Los ataques terroristas al World Trade Center en Nueva York y la amenaza de guerra en contra de Afghanistán

Terrorismo fundamentalista y guerra en contra de Afganistán

la ONU debe actuar contra un siniestro “conflicto de civilizaciones” en curso

1. Los atentados: una “profecía autocumplida”

Los ataques terroristas que soportó EE.UU. el 11 de septiembre pasado eran previsibles. Los gobiernos de los EE.UU. —desde la administración de Bill Clinton hasta la actual de George Bush— habían señalado reiteradamente que el terrorismo era un fenómeno político central desde la década del noventa, que su nivel aumentaba constantemente y que había que prepararse para ello. En otros términos, la “profecía autocumplida”.

El terrorismo es un fenómeno político. Existen variadas formas de terrorismo que van desde el “terrorismo individual” (por ejemplo los que provocan asesinatos de personalidades) a terrorismos colectivos en masa ( por ejemplo los atentados del 11 de septiembre).°

Como se trata de un fenómeno político, el terrorismo es una forma de lucha brutal y “gelatinosa”. Esto último porque en política suele ocurrir que es difícil establecer fronteras precisas entre lo legal y lo ilegal. De allí se deduce que el peor camino para combatir al terrorismo sea subsumir la política en la represión. Al contrario, de lo que se trata es de hacer al terrorismo políticamente “inviable”, desorganizando la voluntad política que lo promueve. Las operaciones de inteligencia y de represión sólo son eficaces cuando la estrategia política es correcta. Es fundamental que los ciudadanos, al participar en la lucha contra el terrorismo, lo hagan con eficacia, localizando grupos o individuos sospechosos, pero nunca asociándolos con ataques xenófobos contra minorías.

Los brutales ataques terroristas al World Trade Center en Nueva York y al Pentágono en Washington el 11 de septiembre último, con sus secuelas de miles de ciudadanos indefensos asesinados, ha provocado en EE.UU., Europa y muchos países del ex Tercer Mundo una sensación de dolor y estupor. Al mismo tiempo, el hecho que los sucesos terroristas masivos hayan afectado a los EE.UU., ha generado temor en la opinión mundial, porque inmediatamente se percibió que la represalias norteamericanas no serian puntuales, sino en escenarios “globales”; que las organizaciones terroristas están decididas a presentar batalla en esos escenarios, y que tal tipo de confrontación político-militar mundial podía vincularse también con conflictos existentes locales y eventualmente incorporar a Estados en uno u otro campo de la “guerra irregular”, pudiéndose desembocar en conflictos militares en gran escala. Es evidente que en este contexto será imposible construir un sistema mundo equilibrado que reemplace al viejo equilibrio inestable de fuerzas de la guerra fría.

El presidente Bush dijo ya en los primeros días posteriores a los ataques que ellos obligan a los países a definirse si están a “favor o en contra” de los EE.UU. Semejante afirmación carecen de seriedad, porque no remite al análisis objetivo y frío de la naturaleza del tipo de terrorismo en masa que estamos experimentando. Se parece mucho a la fraseología del conservadurismo norteamericana de los años de la Guerra Fría que definía a la URSS como el “Imperio del Mal” y a EE.UU. como el defensor del “Bien”. Al final ese supuesto “Imperio del Mal” se derrumbó pacíficamente, casi sin tirar un tiro. No. Si deseamos realmente hacer inviable el terrorismo en masa es necesario comenzar por decir la verdad sobre el contexto sociopolítico y cultural en el cual ha brotado este tipo de fenómeno: el complejo mundo del Islam.

2. El Islam es una civilización religiosa poderosa

El Islam es una civilización religiosa diseminada principalmente en Asia, África y Europa. En realidad todas las civilizaciones se han fundado sobre bases deístas (salvo el fallido intento de edificar una civilización atea y laica en el “socialismo real”). Hasta el siglo XVII Europa fue una civilización religiosa (Cristianismo) con sus guerras de religiones internas y externas.

El problema es que el Islam es una civilización religiosa en gran escala(1.000 millones de personas), sólo equiparable en número a las civilizaciones confuciana y cristianas. El problema se complica porque los países integrados en el Islam han sufrido y sufren agresiones: en el pasado inmediato, (siglo XIX por la dominación colonial y en el presente - desde1945), por el reconocimiento formal de la independencia política de esas naciones, pero sujetadas a alianzas entre los países del G-7 y las elites nativas rentísticas (jeques, emires, burocracias militares, etc). Esos alianzas se nutren económicamente de las explotación de recursos naturales, en particular el petróleo. Desde el fracaso modernizador del Sha Reza Palhevi de Irán en, las décadas de los sesenta y setenta, ha quedado claro que la modernización capitalista en los países islámicos (y en todos los países periféricos) no han resuelto la pobreza sino que la aumentado. Como resultado, la religiosidad popular ha crecido en tanto mecanismo de defensa frente a la pobreza y a la desilusión sobre la modernización. El islamismo se extiende como defensa pasiva frente a la mundialización y a la reformulación de las funciones de los estados nacionales. En muchos países es el clero musulmán quien lidera las protestas sociales y asume también la identidad cultural-nacional y de la “Nación Islámica”. Irán es el caso emblemático. Pero tampoco se trata de un fenómeno exclusivamente árabe. Ese rol lo han jugado en el pasado las Iglesias católicas, protestante, ortodoxas en Europa, y lo juegan todavía en algunos países laicos (Israel, Polonia y otros).

Un párrafo especial merece la recurrencia de los terroristas islámicos a la autoinmolación, al tiempo que provocan la muerte de las personas capturadas. El comportamiento suicida no se limita a la gratificación divina en una nueva vida celestial, sino que también incluye la convicción del terrorista de que las víctimas inocentes también serán premiadas por Alá. Este tipo de comportamiento mesiánico no es tampoco exclusivo del terrorismo islámico: en el pasado todavía reciente se manifestó en el fenómeno kamikaze japonés y en el pasado lejano, durante las cruzadas cristianas medievales, la autoinmolación era precedida por asesinatos en masa de “infieles” indefensos y se concretaba con la muerte final del ejecutor en ataque suicida contra las tropas superiores islámicas. La racionalidad occidental actual “prohibe” al genocida su inmolación (por innecesaria) pero las víctimas indefensas suelen escuchar de sus ejecutores que luego de sus muertes serán gratificados por la “vida eterna” y que la misma ejecución es una “decisión divina”.

3. Terrorismo y fundamentalismo Islámico

El terrorismo en masa es promovido desde organizaciones islámicas. Era lo que esperaban irresponsables y cínicos derechistas como Henry Kissingher, quien  considera casi inevitable conflictos violentos entre Occidente y el Islam, entre el Occidente y el confucionismo (léase China), para justificar las acciones militares de dominación de EE.UU. y sus aliados. La hipótesis.  lógicamente, incluyen el dato que las elites árabes privilegiaron sus intereses económicos y políticos en el momento del choque, y que ello provocará la descomposición del frente árabe, dado el mosaico de países que lo integran.

En efecto, es posible que persista la desorganización política en el mundo islámico. Pero lo que se subestima es que la combinación de la persistencia de la pobreza, de fortalecimiento de la realidad y de incorporación al mundo en los excluidos sectores empresarios y profesionales en los países árabes emergentes, ha dado lugar a la consolidación de un núcleo duro islámico en expansión en el interior del mosaico de países que forman la “Nación Islámica”: el fundamentalismo religioso. En la cosmovisión del mundo del fundamentalismo islámico se nutren y legitiman los grupos terroristas. La organización Al Qaeda y su líder Osama Bin Laden son sólo un segmento: en realidad existen decenas de Al Qaeda y miles de Bin Laden diseminados, no sólo en los países musulmanes sino dentro de Europa (15 millones de árabes) y en EE.UU. (4 millones de árabes y americanos islámicos). La mayoría de esos 14 millones son pobres y sufren discriminaciones.

La totalidad de los países con culturas islámicas dominantes se han manifestados contra los atentados del 11 de septiembre. Esta actitud es positiva, porque establece una frontera definida entre Islam y terror. Una parte importante de esos países ha avalado la intervención militar de EE.UU. en Afganistán, pero esta actitud incluye el objetivo táctico de buscar un trato preferencial para un variado número de tópicos económicos, geopolíticos y de asistencia militar. En todos estos países, con mayor o menor fuerza, se manifiestan fuerzas socio-políticas religiosas islámicas cuya meta es concretar la “Nación Islámica”. A esto se suma como fenómeno político-cultural el fundamentalismo islámico. El mundo islámico es inestable y dinámico. Sólo el desarrollo económico sostenido con trabajo para todos y erradicación de la pobreza podrá impedir que se ensanche la fase actual entre el “oriente musulmán” y el mundo occidental.

4. Una utopía reaccionaria.

¿Qué relaciones puede establecerse entre el terrorismo de masas y el mundo de la globalización? El terrorismo en masa no es un producto de la nueva economía ni de la sociedad de la información. Estos dos son el núcleo duro de un gigantesco salto civilizatorio y de progreso humano. Que el terrorismo en masa recurra a la difusión de la tecnologías informatizadas para conducir un avión y estrellarlo contra edificios, para producir bacterias que puedan matar en áreas urbanas o hacer explotar un maletín atómico, son solo datos de la realidad objetiva: la informática y las tecnologías de la información escaparon ya hace varios décadas al control del Pentágono. Lo que si demuestra una relación estrecha entre globalización y terrorismo en masa es que el “ modo de desarrollo” de la nueva economía está exacerbando las diferencias sociales y provocando diversas formas de protesta a la” autorevolución del capital”. Algunas de esas formas de protesta son progresivas, (por ejemplo las que definen al Foro de Porto Alegre). Pero otras son reaccionarias, entre éstas la” solución” mágica islámica de retorno al paraíso perdido en el siglo XI y la convocatoria a una “guerra santa contra los infieles”

5. Erradicar al terrorismo  es parte de la lucha contra la irracionalidad global

La erradicación del terrorismo de masas solo puede lograrse y ser duradera si la comunidad internacional reacciona simultáneamente contra las variadas modalidades irracionales de la llamada “revolución conservadora neoliberal” a saber: el unilateralismo militarizado de los EE.UU., la economía de “libre mercado y “ el casino financiero”, la conversión de los países periféricos en economías desindustrializadas y reprimatizadas, la desigualdad en la distribución de los ingresos a nivel mundial y el desempleo y la precarización de los países del norte y del sur. El terrorismo de masas se hará inviable solo si la crisis actual es aprovechada para organizar una comunidad de naciones agrupadas bajo un programa mundial de paz, desarrollo sustentable y solidaridad. La ONU es el escenario político principal. Pero también los son las instituciones que representan las regiones en las Américas, en Europa y en Asia pacifico.

La política que mas atenta contra un reordenamiento progresista del mundo es aquella que pretende desestructurar a las civilizaciones islámicas y confucianas y , eventualmente a la llamada civilización eslava. La operación punitiva de EE.UU. y Gran Bretaña y sus aliados no solo es inmoral porque implica genocidio sobre la población civil afgana, sino también políticamente errónea: Afganistán puede ser ocupado temporalmente , los talibanes derrotados y puesto en el poder a un régimen débil. Pero las tensiones volverán a surgir en ortos países islámicos. Ya se observa la movilización islámica simultanea anti occidental en Pakistán. Indonesia, Argelia , Egipto y otros. Irak se prepara a la guerra y recrudece la violencia en Palestina. Este último caso-Palestina- es paradigmático en este contexto mundial: para resolverlo positivamente, se requiere una acción colectiva de la ONU para restablecer la paz en esta región. Esto implica tres medidas básicas: retiro de Israel de los territorios ocupados, conversión de Jerusalén en una ciudad estado autónoma universalista , de coexistencia de tres culturas ( Arabe, Hebrea y Católica) y el apoyo financiero y técnico al estado Palestino. La seguridad de Israel debe ser garantizada.

6. No patear el hormiguero

La operación punitiva de EE.UU. y Gran Bretaña aliados en Afganistán puede desembocar en la emergencia de un escenario de tensiones en varias áreas del mundo: basta señalar que Rusia no admitirá la presencia de la OTAN en Turkmenistán, Tayikistán y Uzbekistán, por razones geopolíticas en general y por los recursos petroleros en particular. Tampoco es interés de China, que tiene frontera con Afganistán aceptar una fuerte presencia de la OTAN en el área. Rusia y China son potencias hoy marginales, pero no vasallos de Occidente.

Por ultimo, la retórica antiterrorista de Bush y Tony Blair no servirá para construir una nueva “identidad cultural de Occidente”. No estamos en los años de la guerra fría. Estamos en la época de la nueva economía, de la sociedad de la información y de la globalización. Una de la ideas fuerza de esta época es el multiculturalismo. Por lo tanto ninguna sociedad en Occidente será cohesionada políticamente con símbolos xenófobos y racistas primitivos. El mismo hecho que Bush denomine al terrorismo como “fenómeno difuso” esta reconociendo que está diseminado en múltiples sociedades. De paso sea dicho el terrorismo en masa ya ha sido experimentado por EE.UU. y los países de G-7 por minorías violentas de pura cepa locales, ya sea fundamentalistas religiosas o directamente racistas y fascistas. Bush y Blair deberían recordar el viejo adagio de que la decisión mas inadecuada para protegerse de un hormiguero es “patearlo”. Lo mejor es buscar aislarlo. Sí. La batalla racional contra el terrorismo en masa exige aislar, debilitar y desorganizar a las fuerzas políticas que lo practican.

En los EE.UU. y en Europa  cunde el temor. Existe la presunción de que el terrorismo en masa continuará. En algunos segmentos de las poblaciones hay manifestaciones de pánico. Temor y pánico son malos consejeros para los pueblos, porque generalmente son aprovechados por fuerzas derechistas para introducir de contrabando el recorte a las libertades en nombre del restablecimiento del “orden”. Cunde en los países afectados por el terrorismo la idea de aniquilar al enemigo. Frente a esto me viene el recuerdo de las viejas películas documentales de 1914 que mostraban los soldados  marchar alegremente al frente de batalla, alentados por multitudes patriotas. Se esperaba una guerra corta . Resultó una guerra larga, con millones de muertos.

El mejor homenaje a los miles de asesinados en Nueva York y Washington es reaccionar frente a la situación político-militar actual  denunciando la irracionalidad de este conflicto militar. El pacifismo es un valor cultural universal de esta época. No se trata de practicar un pacifismo ingenuo, sino de hacerlo políticamente firme, pero flexible en sus medios para lograr progresivamente sus objetivos. Puede ser el primer escalón hacia un reagrupamiento mundial a favor de un mundo multicultural y pluralista. La ONU quiere tomar palabra?

Danilo Aluvisetti
Ya Consejero Tecnico Principal, de la OIT/NN.UU, para Latino America , actualmente se desempegna como responsable del departamento para el desarrollo economico y el trabajo, por cuenta del Partido de la Refundaciòn Comunista, en la Region de la Lombardia/Italia.
Vimercate (Milàn), 22 octubre 2001
UPLA - Univerdidad Privada de los Andes - Facultad de derecho internacional y ciencias politicas. HUANCAYO (Perù) - Conferencia escrita por el profesor Danilo Aluvisetti